Ficha técnica

Título: Polvo y arena
Tít. original: Polvo y arena
Autor: Pebol Sánchez
Editorial: Amazon
Páginas: 183
Fecha de publicación: 2021
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 979850788152
Precio físico: 9,75 €

Sinopsis

Hugo Millán es contratado como arqueólogo en un nuevo yacimiento de Egipto. Todo es perfecto hasta que descubre que las apariencias engañan y que detrás de un trabajo perfecto siempre hay secretos que se ocultan en las sombras.

Acompaña a Hugo en una historia de misterio y suspense donde el amor surgirá como un faro de esperanza. Conoce sus miedos y sus demonios. Descubre un romance donde el polvo y la arena insistirán en poner las cosas más difíciles.

Reseña

Combinando de manera bastante equilibrada exotismo, lujo, aventura y homoerótica, Polvo y arena ofrece una historia un tanto deficiente y apresurada que, sin embargo, se ve redimida por su hábil retrato sentimental de los personajes principales y sus agradables descripciones. Una lectura breve y ligera, especialmente recomendada para los egiptófilos, facturada con buen gusto y finura en sus partes más delicadas, cuyo mayor defecto es precisamente su corta extensión.

El nombre de Pebol Sánchez ya salió a relucir en una reseña anterior de esta página, la dedicada a la obra Copos de Ohana. Este libro, recordemos, era una recopilación de los tres relatos finalistas del concurso de escritura de Correcciones Ohana, grupo del que Pebol es publicista y community manager. Y ha sido también con la ayuda del resto de integrantes de dicho grupo que Pebol ha lanzado su producción como autor. Polvo y arena, el trabajo a abordar aquí, es su quinto esfuerzo literario, presumiblemente perteneciente a una primera etapa madurativa de su artífice, en la que ya ha intuido en la mayor parte su voz y su estilo pero todavía no se atreve a ambicionar la creación de obras totales. El resultado es, pues, un trabajo mayormente estilístico que aún no ha acabado de pulirse narrativamente.

La historia nos lleva a conocer a Hugo, narrador en primera persona: un muy joven aunque no demasiado agraciado egiptólogo español a punto de emprender un viaje hacia el que, asume, será su trabajo soñado. A este periplo se une otro especialista nacional, Mateo Velasco, cuya juventud, atractivo y personalidad carismática atraerán desde el primer momento al protagonista. Ambos se embarcan hacia el remoto pueblo egipcio de Tsekani, donde se unirán a un grupo que, bajo el patronazgo de la fundación privada Arcadia’s gallery, trata de averiguar los secretos de una misteriosa puerta recién descubierta, presumible entrada a un inexplorado templo. Pronto descubren que no están allí por sus habilidades o pericia, sino como una excusa para que la fundación pueda prolongar su estancia en el lugar; sin embargo, su empeño por resolver el misterio de la puerta los conducirá a una increíble aventura que los llevará, también, a caer en los brazos del otro.

Se podría decir que el libro está estructurado en cuatro actos. Primero se nos presenta al dúo principal a lo largo de unas jornadas entre hoteles y vuelos de avión, momento que Pebol aprovecha no sólo para empezar a desgranar la urdimbre de sus personajes, sino para lanzarse también a pormenorizadas y francamente entretenidas descripciones de los lujos y comodidades que rodean a ambos en todo momento, y que no hacen sino enfatizar su emoción ante la tarea que les aguarda. Después, la narración arranca realmente con la llegada a Tsekani: se presenta al séquito de personajes que asistirán a los protagonistas en su labor, así como se concreta ésta misma, y asistimos por fin a la mezcla de alegrías y decepciones de ambos conforme van haciéndose conscientes de su papel allí. Más tarde, la trama abraza decididamente el tono aventurero y desata todo su exotismo y grandiosidad cuando Hugo y Mateo logran penetrar en el templo y se ven obligados a enfrentar todas sus pruebas y resolver todos sus misterios en una frenética carrera por salir de allí. Por último, nos encontramos un desenlace que pone de manifiesto la historia detrás del templo, así como el avance de la relación entre los protagonistas a su etapa más estable y madura.

«—Estamos ante un Templo de Isis —comenta ella—. Protegido por el Dios Escarabajo.
—Pero, ¿por qué aquí? —No puedo evitar las ganas de saber más.
—Eso es lo que intentamos saber. Esta puerta… —lo dice golpeándola con fuerza— tiene un grosor de más de veinte centímetros —señala un agujero hecho en la parte más baja—. Hemos intentado tratarla con nuestros taladros, pero siempre acaban rompiéndose. Tiene que haber una forma de abrirla, solo necesitamos tiempo de estudio. »

Debe abordarse aquí el gran pero de la novela. Y es que, a partir del segundo acto, la narración comienza a acelerarse de manera continua, a la vez que introduce alegremente elementos importantes de la trama sin explicación o justificación satisfactoria. Y aunque Pebol es bien consciente de esto y lo presenta como algo intencionado, una serie de macguffins cuyo impacto final se desdeña de manera literal en el propio texto, es deber de quien esto firma señalar si una decisión así es realmente sabia, o si por el contrario la obra habría sido enriquecida de haber tenido la voluntad su autor de crear un artefacto funcional con todas sus piezas bien conectadas y engrasadas. Esto se ve también en ciertos momentos pretendidamente impactantes (Mateo siendo pillado manipulando la puerta, Hugo desfalleciendo en la estancia final del templo) que, al ser tratados con tanta premura, pierden buena parte de su fuerza. En general, esta aceleración narrativa desdibuja la trama, que se siente más como bloques de información siendo apilados unos encima de otros cada vez con menos pericia, señalando unas relaciones incrementalmente obvias; un ejemplo paradigmático podría ser la narración final del destino de la faraona Henutsen II y su conexión con el simbolismo del templo. Así mismo, hay ciertos elementos de la trama, como las escenas oníricas, que se sienten desaprovechadas al ser usadas mayormente como vehículos estéticos, siendo su peso narrativo muy velado, cuando no nulo. Con toda seguridad, la obra habría agradecido tener una extensión unas tres o cuatro veces su volumen actual, disponiendo así de espacio suficiente con el que subsanar su fragmentada y maltratada historia.

Respecto a los personajes, tan solo Hugo y Mateo tienen una verdadera identidad. El resto de caracteres, aunque aportan realismo y trasfondo a la historia (es muy hábil, por ejemplo, la introducción de la familia Hamada, los anfitriones temporales del grupo protagonístico en Tsekani), son todos muy planos, simples figuras parlantes de las que sabemos sólo rasgos superficiales o anecdóticos. Quizá la única excepción a esto sea la figura de Ana Pride, la supervisora de Hugo y Mateo, que logra erigirse como personaje reconocible gracias a una personalidad fuerte y un autoritarismo amable pero inflexible. Hay que decir, eso sí, que el retrato de la pareja protagonista está muy bien llevado: la psicología de Hugo, que se abre al lector desde el primer momento mostrando sus anhelos, inseguridades y pulsiones, acaba por conformar un personaje creíble y muy entrañable con el que es fácil empatizar; por su lado, Mateo, con su porte desenfadado y su pasional dedicación a su trabajo (y, más tarde, al objeto de su cariño), resulta también una figura simpática y tridimensional.

Soy consciente de que es un sueño, pero todo es tan real que no quiero despertarme. Siento su saliva rozando mi piel y humedeciendo mis partes más íntimas. Escucho sus gemidos cuando le hago disfrutar y siento sus dedos cruzando el umbral de mi sepulcro. Luego le cojo en brazos, se sienta sobre mí y cabalga como un jinete de camellos. Nuestros jadeos se escuchan en la inmensidad del pueblo, la música que emitimos los faraones hace eco en la inmensidad. Y bailamos de todas las maneras en la que lo pueden hacer dos hombres.

La relación que se gesta entre ambos, quizá el elemento que la trama más ha respetado y desarrollado, es sin duda la pieza central alrededor de la cual gira todo el artefacto literario que es la obra. Aquí, afortunadamente, no hay intromisión de esa desagradable celeridad que afecta al resto de temas de la historia: la relación entre Hugo y Mateo va ensamblándose de manera muy gradual, orgánica. Comenzando con unas muy lógicas dudas por parte de Hugo acerca tanto de la sexualidad de su deseado compañero, como sobre su propio atractivo y valía personal, el acercamiento entre ambos pasa por diferentes etapas. De afables colegas a buenos amigos, a compañeros conspiradores y arqueólogos secretos, y finalmente a tiernos amantes, la evolución de su relación se escenifica de manera más que satisfactoria, e incluso se vale de interesantes trucos literarios para prosperar: es de destacar, por ejemplo, cómo Pebol se sirve de las vicisitudes y peligros que ambos han de enfrentar dentro del templo como un elemento con el que templar y poner a prueba el amor entre los dos personajes, condensando así en poco menos de un día lo que en un amorío normal habría podido extenderse meses enteros. Se nota que es esta historia de amor lo que realmente interesa al autor, pues la cuida y desarrolla con un esmero evidentemente mayor que el que dedica al resto de facetas de su obra.

En resumidas cuentas, nos encontramos ante un esfuerzo literario hecho de buena fe y escudado con una factura estética correcta, pero cuya construcción deficitaria exige constantemente saltos de fe por parte del lector. Éste tiene como único aliciente una historia de amor que, aunque está muy bien planteada, es bellamente narrada y ejerce como motor suficiente de la trama, se ve rodeada de tantos elementos exteriores (cultura y exotismo, historia y mitología, aventura…) que o bien no llevan a nada, o bien están desarrollados de forma fragmentaria e incómodamente veloz, y que acaban por empañar lo que de otra manera habría sido una muy agradable experiencia lectora. Es, en resumen, algo más que el relato erótico-sentimental que le sirve de base, pero menos que la novela total que está llamada a ser pero jamás alcanza por falta de ambición y compromiso. Pese a ello, es una buena adquisición para quienes busquen una lectura ligera que estimule sentimientos y sentidos, redactada de forma sólida y hermosa y con interesantes pinceladas de la cultura y el mito que es el fascinante Egipto de los faraones.

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