La octava aventura de nuestra pareja de hermanos favorita, con cada vez más representación.

Txano y Óscar siguen exprimiendo el verano al máximo. Tanto ellos como sus amigos ven el fin del verano bastante cercano, pero necesitan un descanso de tantas aventuras, que les ha llevado a lugares tan dispares como África y China. La pandilla de Txano y Óscar viajarán al pueblo de los abuelos de los hermanos para estar con los amigos y tener un poco de tranquilidad.

Lo que no sabían es que por jugar al escondite la tranquilidad iba a desaparecer. En las ruinas de un corral comprado por la familia de Raúl, los chicos encuentran una vieja moto y un diario. El diario tiene en la primera página un nombre, Rafael, y una frase: «si estás leyendo esto, yo ya estoy muerto».

Y así empieza la resolución de una serie de pistas para alcanzar el tesoro que dejó Rafael, teniendo la ayuda de Rubén, un nuevo amigo hecho en el pueblo.

Lo más impresionante, a mi parecer, de la historia es cómo han ido aunando lo que ha ocurrido en anteriores libros e introducir bosquejos de lo que sucedió en ellos de una manera totalmente orgánica, sin que aparezca forzado. Es verdad que es una serie con las aventuras autoconclusivas, pero si no se leen todas -y en orden-, no se pueden entender los «poderes» de Txano, Óscar y Sara-Li, así como las menciones a aventuras anteriores.

«[…], Flash saltó desde la madera donde estaba jugando al hombro de Óscar, y Maxi se puso a ladrar otra vez sin destino fijo.

De repente y en pleno agosto, otra ráfaga de viento helado recorrió el pajar levantando un remolino de briznas y acallando sus ladridos.

Igual fue una casualidad, pero aquel paquete y aquella ráfaga nos provocaron el segundo escalofrío de la noche.»

Para esta ocasión, Patricia y Julio han optado por una aventura de corte realista y mundano, siendo una investigación de unas pistas que podría firmar el mismísimo Castle o los chicos de Los Cinco de la polémica Enid Blynton, si bien es cierto que no pierde ese toque místico y/o fantástico que tiene toda la serie, como si de un sello se tratase, cayendo en este libro sobre los hombros de Sara-Li. Para mí, una acertadísima elección, ya que de pequeño fui muy fan de Los Cinco y Txano y Óscar me hacen rememorarlos mucho.

Al igual que en pasados volúmenes, durante los 18 capítulos que forman el libro es Txano quien nos narra todo lo que pasa.  Los personajes están muy definidos, sin una evolución más allá de la que marque la historia, como puede ocurrir con Sara-Li, pero sin dejar de ser la misma que apareció en la primera entrega. Otro punto a favor de la serie es que todo personaje nuevo que introducen aporta de manera significativa con elementos novedosos no poseen los demás -el caso de Esmeralda o el de Rubén-. 

A nivel descriptivo, es una obra con las suficientes descripciones como para tener en la mente una idea del pueblo y de todo, pero para los que tengamos un pueblo o hayamos pasado fiestas en uno, es muy fácil completar las descripciones que faltan con elementos propios. De esto no me di cuenta hasta el final, pero es algo que personalmente disfruté mucho.

Sobre la edición decir que, como siempre, es absolutamente magnífica, con las características que se llevan repitiendo desde el inicio: papel satinado, a color, perfecta a nivel ortotipográfico. Como ya pasó con La tumba del Emperador de Jade, este libro cuenta con un mayor número de ilustraciones y de ornamentación, distintas a cualquier otra, siempre de la mano de Patricia. 

Como conclusión, una nueva historia de una serie genial que no me canso de recomendar cuando me piden consejo para un regalo literario en edades tempranas. Y más ahora con la Navidad a la vuelta de la esquina, es un regalo con el que es imposible fallar.