Segunda parte de las aventuras de un grupo de niños vikingos en las costas de Vinlandia.

Continuando los acontecimientos con los que se terminó la primera parte, Vinlandia: El guerrero fantasma, en esta ocasión los niños han contactado con un pueblo autóctono, los beothuk, pacíficos hombres de piel roja. Tras un pequeño malentendido provocado por la curiosa Keyra, los piel roja les cuentan a los niños el problema que tienen: su gente está desapareciendo cuando intentan ir al otro asentamiento beothuk. A pesar de mandar más y más partidas, nadie regresa. Y todos tienen claro qué o quién es el causante: el wendigo, un ancestral espíritu del bosque que puede convertirse en aire y susurra a la gente malas palabras para acabar desconfiando de todos. Sigrid, Harek, Olaf, Keyra y Érika (la pescadora de los vikingos) junto con Shon, joven de la tribu, intentarán buscar respuestas a las desapariciones. Pero, ¿será verdad este espíritu? ¿Hay algo más?

Tras esta pequeña introducción, volvemos a tener una genial obra escrita por Pedro Estrada de corte infantil – prejuvenil o adolescente que no solo iguala a su primera parte, sino que incluso, en mi opinión, la supera, a nivel de profundidad y mensaje. Al igual que pasa en la primera parte, la tensión se mantiene durante toda la narración, con el aliciente de saber qué ocurre con el wendigo, algo que me sorprende de grata manera ya que, a pesar de tener descripciones y texto explicativo en una longitud tan pequeña, la atmósfera se mantiene e, incluso, se intensifica. En mi caso, me lo he leído de una sola tacada, sin descanso, y en vez de quedar colmado, tenía ganas de saber los nuevos acontecimientos. Al igual que en la primera parte -y en la mayoría de series de más de una temporada-, acaba de forma brusca para introducirnos una nueva aventura totalmente ajena e independiente de esta.

Si bien el anterior libro era más real, en este hay un componente mágico bastante marcado, no solo por todo el tema del wendigo, sino también por la parte previa al final, que sería una especie de prólogo de la siguiente entrega. Además de esto, hay también encerrada en sus páginas una crítica social al actual sistema consumista de los recursos del planeta, con ciertos «palos» que pueden hacer que los pequeños abran los ojos y se percaten de lo que ocurre a su alrededor; libro infantil sin mensaje o moraleja personalmente se me queda vacío o corto, algo que no ocurre aquí.

A diferencia de lo que podía parecer en su primera entrega, el protagonismo de Harek es sustituido por el de Sigrid y Keyra, una por ser quien lleva el peso de la narración y la otra por ser una parte fundamental de la misma. Si esto sigue así, es de suponer que Olaf tendrá también parte de su protagonismo en sucesivas entregas. Por lo demás, son personajes tremendamente marcados y definidos, totalmente diferentes entre sí, por lo que es muy probable que cada lector tenga su personaje favorito. Este poco dinamismo en cuanto a los personajes, aunque sea a través de sucesivas entregas, es muy normal debido a tan poca extensión, en las que una evolución compleja arruinaría el propio protagonista. Quizás la única manera de cambiar un personaje en este tipo de narraciones es hacerlo su contrapuesto.

En cuanto a su estructura, tenemos una obra divida en 17 pequeños capítulos, todos narrados en tercera persona. La narración es ágil y amena, con numerosos juegos de palabras y chascarrillos, situaciones «absurdas» y elementos casi anacrónicos que le dan un toque divertido. Además, me sigue impresionando que, a pesar de ser una obra de ficción y para un público joven, tiene elementos históricos documentados, como la propia existencia de los beothuk. Debido a todo esto, es una serie perfecta para adentrarse de lleno en el mundo de la fantasía y/o acción.

«—¿Quién la ha secuestrado? —preguntó Karl, el herrero, con una llama de furia reflejada en los ojos.

—¡Un pueblo rival! —dijo Leif.

—¿Los pictos? —preguntó el viejo Gus.

—¿Los inuit? —preguntó Erika, la jefa de los pescadores, […].

—¿Los celtas? —preguntó Viggo, el pastor.

—¿Los francos? —preguntó Nick, el pintor.

—¿Los andalusíes? —preguntó Flosi, el maestro leñador.

—¿Los anglosajones? —preguntó Gardar, el encargado del astillero,

«¡Madre mía, pues sí que tenemos enemigos! Nunca me había parado a contarlos…»»

Sobre la edición, remarcar una vez más la calidad de la misma. En esta ocasión he leído el libro en forma digital y no puedo estar más contento. Da gusto cuando se ve un mimo excelso y una intención de que la obra tenga la mejor presentación posible. Y no podemos olvidar que el libro cuenta con unas excelentes ilustraciones, que aportan los pocos detalles sobre los personajes que se le pueden escapar al lector.

A modo de conclusión, una obra divertida, ágil y atractiva para jóvenes y no tan jóvenes lectores, que seguramente haga que tengan ganas de montarse en su drakkar y ver mundo acompañados de tan simpáticos y carismáticos personajes.