Ficha técnica

Título: Paprika
Tít. original: Papurika
Autor: Yasutaka Tsutsui
Editorial: Atalanta
Traducción: Jesús Carlos Álvarez
Páginas: 355
Fecha de publicación: 2011
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788493724795
Precio físico: 21,85€

Sinopsis

En el Instituto de Investigación Psiquiátrica de Tokio está en desarrollo una tecnología que permite introducirse en los sueños de los enfermos mentales y modificarlos como forma de terapia. Cuando se destapa un siniestro y enloquecido complot para hacerse con el control de dicho Instituto, se inicia una lucha que tendrá dos escenarios muy distintos, la realidad y el sueño.

Este es el hilo argumental de una historia vertiginosa y compleja; un sofisticado mecanismo literario que, bajo una leve apariencia de divertimento, esconde una lúcida reflexión sobre la intimidad, los deseos frustrados, el poder, la locura o las relaciones sexuales. Rebosante de referencias que van desde el manga hasta el pulp, pasando por el thriller, Tsutsui se adentra en la novela siguiendo las mismas coordenadas de sus relatos más celebrados.

Reseña

Una obra única en su extrañeza, conjugada con un sentido del humor ácido y muy negro, que critica el Japón contemporáneo y el mundo presente en general, a la vez que ofrece un alucinante viaje por el paisaje onírico y sus significados ocultos.

Frente a un pasado cultural marcado por una estética muy reconocible y delimitada, el siglo XX supuso para Japón una revolución en todos los aspectos de su mundo. Cambios a veces muy violentos, y otras bien recibidos, sacudieron su tejido social, renovando a veces hasta el punto del no reconocimiento grandes parcelas de su forma de entender la realidad y relacionarse con ella. En el campo de lo literario encontramos excelentes muestras de ello: de ese pasado refinado, esteticista e incluso obsesivo (que todavía sigue vivo en la llamada «literatura pura», aún ejercida por muchos autores del país), el pasado siglo vio nacer en sus primeros compases a pioneros aperturistas como Ryûnosuke Akutagawa, que incluyeron sensibilidades europeas en unas obras por lo demás netamente niponas; y, tras el final de la II Guerra Mundial, conoció en su seno a los primeros rupturistas, los primeros enfants terribles de sus letras, que se abrieron plenamente a los influjos occidentales conjugándolos desde un prisma muy particular de su herencia cultural.

Dentro de este grupo encontramos nombres muy reconocibles para el lector occidental, como son los de Haruki Murakami o Banana Yoshimoto, autores profusamente galardonados tanto dentro como fuera de su país (aunque en él son objeto también de mordaces y recurrentes críticas, por lo a veces obsceno y escandaloso de sus obras). Es, sin embargo, curioso, que el iniciador del movimiento, y prácticamente ideólogo y maestro de toda esta generación de escritores, a penas sea conocido fuera de las fronteras de su país natal. Y es que Yasutaka Tsutsui, hombre con más de 80 títulos a sus espaldas, tiene sin embargo sólo 4 de estos trabajos traducidos en nuestro país: las colecciones de relatos Estoy desnudo, Hombres salmonela en el planeta Porno y Lo que vio la criada; y la novela Paprika, sobre la que se hablará aquí.

Tal como sus discípulos, Tsutsui es alguien a quien el término «ecléctico» le va como anillo al dedo, como autor y como persona. Combina una firme formación académica (especialista en psicoanálisis y surrealismo, y doctor en teoría y crítica literaria) con influencias que van desde lo pop (manganime, rock, cultura televisiva y de internet) hasta elementos decididamente vanguardistas y underground. No es de extrañar, por tanto, que su creatividad haya desbordado lo puramente literario, tocando palos como el teatro, en el que ha adaptado sus propias obras, o la televisión, donde ha dirigido y actuado en espacios de muy diversa índole. Por supuesto, la industria del cómic y la animación niponas tampoco le es desconocida, teniendo en su haber un manga propio (Telepathic wanderers, ilustrado por Sayaka Yamakazi) y varios inspirados en su labor literaria. Como ejemplo paradigmático de esto, su tercera novela, La chica que saltaba a través del tiempo, publicada en 1967 y responsable del origen de su fama, fue adaptada tres veces como película de imagen real, dos como serie de televisión también de imagen real, llevada al teatro en cuatro ocasiones, adaptada en 2004 como manga guionizado por él mismo e ilustrado por Gaku Tsugano, y en 2006 como película de animación a cargo del prestigiosísimo realizador Mamoru Hosoda.

Cartel de la película Paprika (2006) de Satoshi Kon, adaptando la novela de Tsutsui

«- En realidad tiene veintinueve años. He repasado su historial e, incluso, he visto fotografías. No hay duda. Paprika es Atsuko Chiba.
Nose se imaginaba algo así, de modo que no se sorprendió demasiado. ¿Y qué? ¿Cambiaba eso algo? ¿Se iba a derrumbar su castillo de cuento de hadas? No, desde luego que no. Su Paprika no era la doctora Chiba ni cualquier otra. Su Paprika era la que vivía dentro de Tatsuo Nose.»

Esta mezcla tan variada de influencias y temas que se dan en Tsutsui se traduce en un estilo muy definitorio. Prácticamente introductor del concepto de ciencia ficción en su país tal como se lo concibe hoy día, sus artefactos literarios suelen tender sin embargo hacia el terreno del fantástico y el realismo mágico, e incluyen normalmente una carga de sátira social que oscila entre la broma simpática y la burla cruel y polémica. Aparentando siempre en sus inicios una sencillez superficial tanto en su argumento como en los elementos a desarrollar, poco a poco, subrepticiamente, las obras del autor, ya sean relatos breves (género en el que ha sido especialmente fecundo) o novelas completas, acaban alcanzando un nivel de complejidad rallano en la locura, por llevar esa idea inicial a sus consecuencias últimas. Una vez allí, tras todo el proceso de exploración plástica e irracional de sus intuiciones seminales, Tsutsui se dedica a jugar de forma maravillosa con los elementos fruto de tal labor, igual que alguien en un sueño lúcido empeñado en regodearse en él hasta, sencillamente, no poder imaginar nada más.

La propia Paprika es un ejemplo perfecto de esto mismo, y es tenida por tanto como una de sus creaciones más representativas y elaboradas, un trabajo de su madurez artística. Son precisamente los sueños el motor narrativo, y sus oníricas y aparentemente absurdas normas acabarán por ser las de la propia novela. Aunque en esto sea deudor de autores como P. K. Dick y sus discípulos, o Borges y los realistas mágicos sudamericanos, la aproximación de Tsutsui, si no completamente original, sí es fresca y vigorosa, llena de energía literaria. Aprovechando sus conocimientos sobre psicoanálisis, desde Freud y Jung hasta las más recientes teorías, y su dominio de los elementos metafóricos del surrealismo (que, recordemos, trata de reflejar las operaciones inconscientes e irracionales de la mente dormida), tanto la forma como el fondo de Paprika se van alterando sutilmente, hasta el punto culminante en que la frontera entre realidad y sueño en la ficción es totalmente aniquilada. Comenzando por un narrador nebuloso e indefinido que va saltando del interior de un personaje a otro de manera cada vez más caprichosa y caótica, pasando por la utilización gradualmente creciente de oscuras asociaciones de ideas cuya significación se hace cada vez más poderosa, el hilo de la novela, al principio concreto y de apariencia humilde, se va desmadejando y deslavazando hasta un punto en que la sensación alucinatoria es tal que al lector no le queda más remedio que suspender todo sentido racional, y dejarse llevar por un maremoto de imaginación desbocada que al principio parecía un simple riachuelo de ideas al vuelo, y que es imposible precisar dónde y cómo creció tanto.

Fotograma de Paprika. El detective Konakawa (der., interpretado por Akio Ôtsuka) charla con el barman Jinnai (izq., interpretado por Kon, director de la película) y el camarero Kuga (cen., interpretado por Tsutsui, autor de la novela)

«¡Cielo santo! ¿Por qué cuando la gente ve a un hombre feo con una mujer hermosa empiezan a pensar en la película de Jean Cocteau?», pensó un herido Tokita, mientras gemía en voz alta y se revolvía en su asiento. [..] «¿O en aquella novela de Victor Hugo?», seguía atormentándose el prestigioso doctor. «¡Toda mi vida he tenido que lidiar con este horror! De pequeño ya era gordo y feo, y los demás niños me asociaban con la más bonita de la clase para burlarse de mí y, de paso, de la pobre niña. Puedo aguantar que se rían de mí, pero no la idea de que una chica, por el mero hecho de ser bonita e inteligente, tenga que soportar este escarnio.» Tokita estaba al borde del llanto […]»

Con respecto a la historia, gira en torno a la creación de las máquinas PT, herramientas tecnológicas que permiten no sólo visualizar los sueños de un durmiente, sino acceder a ellos y modificarlos como una presencia más en la fantasía. Su inventor, el mórbidamente obeso pero genial ingeniero clínico Kôsaku Tokita, así como la fenomenalmente bella psicoterapeuta Atsuko Chiba, responsable del desarrollo de su uso para el tratamiento de pacientes esquizofrénicos, son ambos candidatos al Nobel por ello: al fin y al cabo, la existencia de esa tecnología revolucionaria permite el acceso a la mente inconsciente, y abre la puerta a descifrar las relaciones anómalas entre significantes y significados que se dan en un cerebro enfermo. Sin embargo, no todos en su entorno están conformes con el éxito de la pareja: aunque el director del Instituto para el que trabajan, Toratarô Shima, los apoya incondicionalmente, el subdirector, Seijirô Inui, recela de las posibles consecuencias éticas y prácticas de los dispositivos, e inicia junto a varios conspiradores más un asalto al poder de la institución con tal de marginar a los dos investigadores y desprestigiar y poner fin a sus avances.

Para ello, roban los prototipos de la última máquina PT diseñada por Tokita, el Mini DC, y lo usan para acceder al inconsciente de varios trabajadores del Instituto y bombardearlos con imágenes sacadas de sueños de pacientes especialmente delirantes, destruyendo sus personalidades mientras esparcen el rumor de que el uso de maquinaria PT puede contagiar la esquizofrenia. Ante ese complot, la doctora Chiba habrá de contraatacar recurriendo a su alter ego Paprika, una imagen fantástica de sí misma que usaba para introducirse en los sueños de los pacientes durante los primeros compases del desarrollo de la tecnología PT. Contará también con la ayuda de dos antiguos e influyentes pacientes, el alto ejecutivo Tatsuo Nose y el jefe de policía Toshimi Konakawa. Sin embargo, conforme esta lucha intestina por el poder se desarrolla, tanto en la realidad como en los sueños, ambos mundos parecen ir aproximándose paulatinamente…

Diversas comparaciones entre Paprika (izq., 2006), de Kon, y Origen (der., 2010), de Christopher Nolan

«Toratarô Shima siempre había insistido en lo importante que era informar a la sociedad de los logros alcanzados en el Instituto e iluminar a los ciudadanos sobre lo valioso de sus investigaciones. Pero para Atsuko asistir a una rueda de prensa no significaba más que verse expuesta a la opinión pública de una manera que no le gustaba nada. Los periodistas no estaban interesados en explorar su enorme inteligencia y valía profesional, más bien al contrario, deseaban encontrar alguna grieta o fractura en su intelecto para poder reducirla a los límites preconcebidos de la feminidad japonesa.»

Como se puede intuir, la novela comienza muy enraizada en el mundo real, plantando con ello la simiente de la crítica social tan habitual en Tsutsui, para poco a poco ir desgastando sus bordes conforme el peso del sueño, el fantástico de lo inconsciente y lo irracional, va enseñoreándose de todo, hasta dar con unos espectaculares fuegos de artificio en sus partes finales. A su vez, la atención por detalles de la psique de los personajes, como pulsiones, traumas, deseos reprimidos y demás, reflejados tanto desde la realidad como desde el sueño, generan seres complejos cuya evolución a lo largo del argumento se hace orgánica, y es experimentada por el lector con todo lujo de detalles. Con una especial atención a los rasgos de caracter psicosexual, tanto heterosexuales como homosexuales, el libro ejecuta una delicada danza lunática entre lo hilarante, lo obsceno y lo violento. Sin embargo, es el humor, delgado y sutil, a veces ridículo y a veces negro como el carbón, el verdadero cohesionador de toda la variada mezcla de referentes e intereses que compone el cuerpo de la obra, hacíendola divertidísima de leer sin no por ello dejar de suponer un reto a la cultura y la capacidad de interpretación y lectura entre líneas de quien se sumerja en su contenido.

Como se ha dicho anteriormente, la obra de Tsutsui, por su naturaleza, resulta de especial interés adaptativo para las artes del cómic y el cine. En el caso de Paprika, durante bastante tiempo se pensó que su narración excesiva y sus imágenes exageradamente plásticas y alucinantes la hacían poco menos que imposible de traducir a imágenes. Sin embargo, Satoshi Kon, con toda probabilidad la más deslumbrante de las mentes de la animación nipona de su generación (y quizá, también, de su historia entera, con permiso de Hayao Miyazaki e Isao Takahata), asumió el reto, y acabó estrenando en el 2006 su personal interpretación cinematográfica de la novela. Realizada con su equipo de confianza del estudio Madhouse, y con banda sonora de su compositor de cabecera Susumu Hirasawa, la película, aunque difiere muchísimo del contenido del libro, cambiando por completo personajes y situaciones, además de proponer lecturas radicalmente diferentes (introduciendo intuiciones novedosas respecto al papel, sobre la naturaleza del cine e internet como medios de expresión del inconsciente, a la vez que se atenua enormemente el factor sexual) y un final completamente original, contó con el beneplácito de Tsutsui, quien descubrió encantado que había una admiración mutua entre Kon y él. Esto se explicita al poner ambos su voz a una pareja de entrañables personajes secundarios en el metraje. Kon, por cierto, es un director fetiche para muchos realizadores occidentales, y en el caso de su Paprika, hay una popular leyenda negra: se dice que, tras ver la película, y descubrir gracias a ella el libro de Tsutsui, el americano Christopher Nolan comenzó a desarrollar la que sería su supertaquillera película Origen.

A la izquierda, Satoshi Kon. A la derecha, de arriba a abajo, imágenes de Perfect blue (1997), Millennium actress (2001), Tokyo godfathers (2003), Paranoia agent (2004) y Paprika (2006)

«En el departamento médico se cruzó con Tokita, pero ni siquiera se saludaron. Odiaba a ese ogro repugnante con complejo de inferioridad. Los diversos traumas que poseía ese monstruo de la naturaleza los había sublimando en un talento científico casi sin precedentes en la historia. Pero era un talento en crudo, desprovisto de ética o de moralidad. Las frustradas pulsiones sociales y sexuales de ese hombretón estaban por completo dirigidas a la elaboración de invenciones inhumanas.»

En definitiva, Paprika es una obra ideada casi en los límites de la vanguardia literaria, una caja de maravillas y delirio que, gracias al talento y sentido del humor de su autor, no cuesta tanto de abrir (aunque puede ser realmente difícil de cerrar). Al igual que el propio Tsutsui, su hija literaria es esquiva, desafiante y, a veces, diríase más una quimera que algo real, pero jamás abandonará la imaginación de quien logra atraparla y hacerla suya. Es, por tanto, una manera perfecta de iniciarse en un autor que, sin embargo y tristemente, es más conocido por su influencia en otros y por los trabajos fílmicos o ilustrados tangenciales a su obra, que por ella misma. Es de justicia, pues, recabar más atención a quien sigue siendo una de las mentes más fértiles e interesantes del rico imaginario japonés, injustamente poco exportado fuera de su país y relegado a unas sombras que no casan en absoluto con la brillantez formal y argumental de su producción.

No me gustaría acabar esta reseña, eso sí, sin salirme un poco del tema. Espero que mis lectores sepan perdonarme, pero no puedo dejar escapar esta ocasión para, abandonando el tema literario, hablar de mi gran pasión que es el cine. Y es que la figura de Satoshi Kon es sublime y trágica, y al igual que Tsutsui, merece más atención de la que ha recibido. Iniciando su carrera como discípulo de la figura legendaria del manganime que es Katsuhiro Ôtomo, el director de Akira, comenzaría como mangaka y dibujante con títulos realmente buenos (World apartment horror, Regreso al mar, Seraphim o, sobre todo, Opus); sin embargo, pronto pasaría a la dirección audiovisual, donde se desvelaría como un genio absoluto ya incluso desde sus inicios, colaborando en filmes corales como Memories. Fatalmente, un cáncer de páncreas nos lo arrebató a la pronta edad de 46 años, truncando una carrera conformada únicamente por obras maestras. Sus cuatro películas, Perfect blue (que, por cierto, fue la inspiración de Darren Aronofsky para realizar su film Cisne negro), Millennium actress, Tokyo godfathers y Paprika, así como su serie de 13 episodios Paranoia agent, son todas ellas productos de una belleza y una inteligencia casi dolorosas, que pasarán a los anales de la historia no solo de la animación, sino del cine en general. Su muerte, por cierto, interrumpió el rodaje de la que sería su quinta película, The dreaming machine, un proyecto que jamás se completará porque, en palabras de su productor Masao Maruyama, «no hay ningún director de animación japonés vivo que pueda igualar el nivel de habilidad de Kon».

In memoriam.

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4 respuestas

    1. Gracias a ti por leernos. Es una enorme satisfacción el ver que se puede estimular el deseo de saber más y experimentar cosas nuevas desde aquí. Espero de corazón que ambas obras, la literaria y la cinematográfica, te gusten si les das la oportunidad.

  1. Vuestras reseñas, tan jodidamente maravillosas como siempre. ¿Cómo no vais a «venderme» el libro?

    Ya me he apuntado el título.

    P.D: Gracias por las clases de literatura japonesa y de cine XDD

    1. Gracias a ti, comentarios así animan muchísimo a seguir. Es un placer compartir pasiones desde este medio, y el ver que hay quien se inflama con dicha pasión es algo maravilloso. Espero que disfrutes de libro y película, si les das la oportunidad, y aquí seguiremos al pie del cañón para seguir proponiendo obras que traten de satisfacer tus inquietudes literarias y fílmicas.

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