Un thriller interesante, que no
dejará indiferente al lector y con un final sorprendente e inesperado.

Ya había visto la película cuando me regalaron el libro, pero aun así, fue una interesante lectura, lo leí con muchas ganas.

En el libro nos encontramos con tres perspectivas diferentes, todas ellas narradas en primera persona: tenemos la perspectiva de Rachel, una mujer divorciada que tiene una depresión y serios problemas con el alcohol, la de Anna, que es la mujer que se ha casado con el exmarido de Rachel y se siente acosada por ésta, y la de Megan, la chica a la que solía ver Rachel desde la ventana del tren y que un día desaparece, dejando a su marido inmerso en un mar de preguntas.
He de destacar que la novela no tiene linealidad temporal, sino que va dando saltos en el tiempo, sobre todo cuando los capítulos están narrados desde la perspectiva de Megan.

El personaje principal, para mí, es Rachel, una persona devastada que lo ha perdido todo: su casa, a Tom, (que la engañó con Anna, quien se convierte en su mujer y en la madre de su hija) y su empleo. Se encuentra viviendo con una amiga que la acoge al sentir compasión por ella y a la cual engaña, diciéndole que se va a trabajar cuando en realidad lo que hace es ir en tren, el cual pasa por delante de su antiguo barrio y su anterior casa, y es desde allí donde observa a una pareja de desconocidos, que son Megan y Scott, e imagina cómo de maravillosas son sus vidas, envidiando, en secreto, lo que perdió.

Cuando Rachel se entera de que Megan ha desaparecido gracias a una noticia que lee por casualidad en internet, encuentra una especie de motivación y recuerda que vio a la chica días atrás con otro hombre en la terraza de su casa. Así que decide hablar de ello con la policía y acercarse a Scott, a quien miente diciéndole que conoce a la desaparecida. Mientras tanto, sigue lidiando con sus problemas con el alcohol, con sentimientos encontrados y con su exmarido y Anna, quien amenaza repetidamente con denunciarla, ya que no soporta que Rachel llame a su casa y se presente allí en repetidas ocasiones.

Gracias a la pluma de Paula, la novela es ágil en toda la narración. Además, el hecho de que no describa de una forma exhaustiva o excesivamente desarrollada los escenarios, y que le de un papel importante a los sentimientos y sensaciones de los personajes, permite mantener la agilidad de la narración y, en consecuencia, que al lector no le resulte pesada ni monótona la lectura.

«Voy a ir a la comisaría de policía para confesar. Voy a contárselo todo: que perdí mi trabajo hace meses, que el sábado por la noche estaba muy borracha y que no tengo ni idea de qué hora era cuando llegué a casa. Voy a decirle lo que debería haberle dicho ayer: que está buscando en la dirección equivocada. Voy a revelarle a Gaskill mis sospechas de que Megan Hipwell tenía una aventura.»

En mi opinión, la perspectiva de Anna podría haber sido obviada. Es un personaje antagonista, junto a Tom, que no cobra importancia hasta el final de la novela. Ambos son los personajes que menos me han gustado.

Rachel, por su parte, me ha inspirado pena y he sentido frustración con ciertas situaciones que vivía. También he sentido lástima por Megan, pero su historia me parecía bastante interesante, sobre todo a medida que se van descubriendo secretos de su pasado de los que ni siquiera su marido es consciente. En general, es fácil ponerse en el lugar de las protagonistas y no me ha dado la impresión de que ningún personaje fuera forzado o irreal.

En resumidas cuentas, me ha parecido una novela con un interesante giro final y muy enigmática, a pesar de que haya que estar muy pendientes de las fechas, indicadas al inicio de cada capítulo, para no despistarse. Paula Hawkins ha sabido magistralmente unir las tramas de las diferentes mujeres que narran la historia y le ha dado un final sorprendente, apoteósico y con un cierto regusto amargo. Sin duda, lo recomiendo.